miércoles, 13 de julio de 2016

EPM nos tiene intranquilos

EPM nos tiene intranquilos 
Luis Fernando Múnera López 
 Tomado de El Mundo, 12 de Julio de 2016



El Concejo de Medellín realizó el pasado 29 de junio un debate sobre la gestión de negocios de EPM. Las concejalas Luz María Múnera y Paulina Aguinaga hicieron exposiciones serias, documentadas y valerosas, que merecen reconocimiento ciudadano.

La información que entregó EPM para el debate fue incompleta, imprecisa y extemporánea, y deja vivas dudas importantes.

En 2008, USA entró en una de sus peores crisis cuando grandes bancos hipotecarios colapsaron por operaciones imprudentes y dolosas. Las calificadoras de riesgos fueron acusadas de negligencia y complicidad: «Standard & Poor’s, Moody’s Investors Service y Fitch Ratings fueron culpadas de contribuir a la crisis financiera de 2008 con calificaciones infladas sobre los bonos que financiaban hipotecas estadounidenses y se vieron obligadas a responder por éstas en audiencias ante el Congreso y otras instancias». (El Espectador, 22 de febrero de 2016). 

No estoy calificando la ética ni la competencia de los funcionarios de EPM. Sin embargo, EPM no genera tranquilidad cuando se apoya en conceptos de sus calificadoras de riesgos, que son precisamente Moody’s Investors Service y Fitch Ratings. Quien puede dar confianza es la administración de la empresa, en la medida que muestre la realidad de las cosas y sea capaz de corregir rumbos cuando sea necesario. Por encima de obcecaciones y vanidades.

En el Concejo se discutió la situación del grupo EPM. En este escrito me referiré a los resultados financieros de EPM como casa matriz. Al comparar los balances de 2011 y 2015, se encuentra que los pasivos totales de la matriz crecieron cuatro veces más rápidamente que los activos, y el patrimonio neto disminuyó. Preocupa especialmente que el pasivo financiero de la empresa se duplicó. ¡Y el pasivo financiero de corto plazo se multiplicó por veintisiete!

El pago de la deuda en 2016, según el presupuesto, asciende a 2,1 billones de pesos (cuatro veces más que el de 2015), en un año en que los ingresos de la empresa están deteriorados. En una de las respuestas de EPM al Concejo, el 29 de junio de 2016, se lee: «El flujo de caja de 2016 y 2017 se encuentra financiado casi en su totalidad». Destaco ese «casi», y pregunto: ¿cuánto falta? ¿Habría riesgo de colapso si otro evento catastrófico afectase los ingresos?

El cociente entre el pasivo financiero no corriente, corriente y total, y la ebitda, al cierre del año 2015, es respectivamente de 4,49, 2,52 y 7,01. Según me explicó el gerente Jorge Londoño, las calificadoras de riesgo exigen que esta relación no exceda de 3,50, pero no se han manifestado al respecto porque no miran el comportamiento de la matriz sino el del grupo. Que también está excedido.

Miremos el alto riesgo en Aguas de Antofagasta. En las respuestas al Concejo, EPM dice: «La inversión [en Adasa] se recuperará mediante dividendos, pago de la deuda, descapitalizaciones y liquidación del activo no depreciado». EPM espera recuperar la inversión justo en los dieciocho años de la concesión, sin obtener, por tanto, utilidad líquida de ella. Las utilidades anuales esperadas en los próximos cinco años son de veintitrés millones de dólares, en promedio. En un escrito anterior demostré que para repagar la inversión EPM debería recibir al menos ciento diez millones de dólares por año. Ya se hizo la operación de pago de deuda, mediante crédito bancario que tomó Adasa por cuatrocientos millones de dólares, dinero que transfirió a la matriz. Sin embargo, las dos estrategias de amortización con pago de deuda y descapitalización de Adasa tienen el riesgo del impacto financiero que producirán en ella. ¿Lo resistirá?

Las finanzas de EPM se encuentran en una situación difícil, que no se originó con la Administración actual, pero si corresponde a ésta corregirla. Deben tomarse medidas de fondo y rápido.